Sen dúbida era o lugar máis acolledor da casa e aínda o segue sendo. Alí estaba a cociña de leña que se encargaba de quentar a casa no inverno ademais de ser onde se cociñaba habitualmente. Tamén había un fogón de butano, pero non se usaba moito. E é que a cociña tamén servía para ter auga quente na casa e por iso era raro o día que non se acendía. E enriba estaban os mobles de cociña feitos de ladrillo e cubertos de azulexo con dúas portas. Na porta da esquerda estaba o depósito de auga quente (calderín) e o caderno coas receitas de miña nai; moitas delas aprendidas naquel servizo social que lle tocara facer cando estaba solteira. E tamén estaban os moldes para as "cañitas", aqueles que cortara meu pai pouco despois de casar, aqueles feitos con canas; sen dúbida os mellores, aos que polo menos non lles entra o óxido.
E como moitas receitas, a das cañitas aparece ligada a un recordo o a varios. Era a sobremesa das festas, das grandes ocasións ou das celebracións familiares, recheas de "Flanín"... Tamén son as das queimaduras do meu irmán, cando se empeñou en fritilas con tres ou catro anos, no día do seu santo. O de fritir consistiu en tirar a distancia, salpicar a cara de aceite quente e saír disparados para urxencias. Vaia santo! A verdade é que era un pouco "traste" (menos mal que non me escoita).
Agora fun eu a que lle pedín a meu pai eses moldes para facer "cañitas" e aquí está o resultado. Collín ademais a receita de miña nai, pero, como sempre, tiven que adaptala.
- 350 gr de fariña
- 100 ml de aceite de oliva
- 125 ml de auga morna
- Un chisco de sal
- Reladura de 1/2 limón
- 50 ml de augardente de herbas
- Aceite para fritir
Mesturamos e amasamos todos os ingredientes engadindo a fariña ao final e pouco a pouco. Despois deixamos a masa na neveira, a miña estivo polo menos dúas horas.
Cun rolo estiramos a masa e cortamos tiras. Con esas tiras imos forrando os moldes das cañitas. Os que cortou meu pai saíron longos e anchos. Co ancho non teño nada que facer, pero non cubro todo o molde para que non saian demasiado altas ou non haberá crema que chegue para enchelas! E seguindo o exemplo da miña nai, tapeille o "cu". Collemos entón unha tira, cubrimos un extremo e despois seguimos ao longo do molde, sen chegar ao final.
Mentres temos a tixola no lume para empezar a fritir. Puxen unha tixola pequena; pensade que temos que cubrir a cana, fritir, deixar que arrefríe un pouco, sacala e volver a empezar. O ideal sería ter moitos moldes, pero eu tiña cinco. Unha vez fritidas e frías podemos gardalas nunha lata e consérvanse varios días. No meu caso, enchinas o día seguinte e estaban perfectas. Unha vez recheas si que temos que comelas; pero non vos preocupedes que ese non vai ser o problema. Para enchelas fixen crema pasteleira. A receita podedes atopala aquí. Tede en conta que necesitaredes o dobre da cantidade indicada na receita. E non esquezades polvoriñalas con azucre en po. Bo proveito!!!
Sin duda era el lugar más acogedor de la casa y sigue siéndolo. Allí estaba la cocina de leña que se encargaba de calentar la casa en invierno además de ser donde se cocinaba habitualmente. También había un fogón de butano, pero no se usaba mucho. Y es que la cocina también servía para tener agua caliente en casa y por eso era difícil que no se encendiera todos los días. Y encima estaban los muebles de cocina hechos con ladrillo y cubiertos de azulejo con dos puertas. En la puerta de la izquierda estaba el depósito de agua caliente y el cuaderno con las recetas de mi madre; muchas de ellas aprendidas en aquel servicio social que había tenido que hacer cuando estaba soltera. Y también estaban los moldes para las "cañitas", aquellos que había cortado mi padre poco después de casarse, aquellos hechos con cañas; sin duda los mejores, a los que por lo menos no les entra el óxido.
Y como muchas recetas, la de las cañitas aparece ligada a un recuerdo o a varios. Era el postre de las fiestas, de las grandes ocasiones o de las celebraciones familiares, rellenas de "Flanín"... También son las de las quemaduras de mi hermano, cuando se empreñó en freírlas con tres o cuatro años, en el día de su santo. Lo de freír consistió en tirar a distancia, salpicar la cara de aceite caliente y salir disparados para urgencias. ¡Menudo santo! La verdad es que era un poco "traste" (menos mal que no me escucha).
Mezclamos y amasamos todos los ingredientes añadiendo la harina al final y poco a poco. Después dejamos la masa en la nevera, la mía estuvo por lo menos dos horas.
Con un rodillo estiramos la masa y cortamos tiras. Con esas tiras vamos forrando los moldes de las cañitas. Los que cortó mi padre salieron largos y anchos. Con el ancho no tengo nada que hacer, pero no cubro todo el molde para que no salgan demasiado altas o ¡no habrá crema que llegue para llenarlas! Y siguiendo el ejemplo de mi madre, les tapé el "culo". Cogemos entonces una tira, cubrimos un extremo y después seguimos a lo largo del molde, sin llegar al final.
Mientras ya tenemos la sartén el fuego para empezar a freír. Puse una sartén pequeña; pensad que tenemos que cubrir la caña, freír, dejar que enfríe un poco, sacarla y volver a empezar. Lo ideal sería tener muchos moldes, pero yo tenía cinco. Una vez fritas y frías podemos guardarlas en una lata y se conservan varios días. En mi caso, las rellené al día siguiente y estaban perfectas. Una vez rellenas sí que tenemos que comerlas; pero no os preocupéis que e ese no va a ser el problema. Para rellenarlas hice crema pastelera. La receta la podéis encontrar aquí. Tened en cuenta que hará falta el doble de la cantidad indicada en la receta. Y no olvidéis espolvorearlas con azúcar en polvo. ¡¡¡Buen provecho!!!
Cun rolo estiramos a masa e cortamos tiras. Con esas tiras imos forrando os moldes das cañitas. Os que cortou meu pai saíron longos e anchos. Co ancho non teño nada que facer, pero non cubro todo o molde para que non saian demasiado altas ou non haberá crema que chegue para enchelas! E seguindo o exemplo da miña nai, tapeille o "cu". Collemos entón unha tira, cubrimos un extremo e despois seguimos ao longo do molde, sen chegar ao final.
Mentres temos a tixola no lume para empezar a fritir. Puxen unha tixola pequena; pensade que temos que cubrir a cana, fritir, deixar que arrefríe un pouco, sacala e volver a empezar. O ideal sería ter moitos moldes, pero eu tiña cinco. Unha vez fritidas e frías podemos gardalas nunha lata e consérvanse varios días. No meu caso, enchinas o día seguinte e estaban perfectas. Unha vez recheas si que temos que comelas; pero non vos preocupedes que ese non vai ser o problema. Para enchelas fixen crema pasteleira. A receita podedes atopala aquí. Tede en conta que necesitaredes o dobre da cantidade indicada na receita. E non esquezades polvoriñalas con azucre en po. Bo proveito!!!
Sin duda era el lugar más acogedor de la casa y sigue siéndolo. Allí estaba la cocina de leña que se encargaba de calentar la casa en invierno además de ser donde se cocinaba habitualmente. También había un fogón de butano, pero no se usaba mucho. Y es que la cocina también servía para tener agua caliente en casa y por eso era difícil que no se encendiera todos los días. Y encima estaban los muebles de cocina hechos con ladrillo y cubiertos de azulejo con dos puertas. En la puerta de la izquierda estaba el depósito de agua caliente y el cuaderno con las recetas de mi madre; muchas de ellas aprendidas en aquel servicio social que había tenido que hacer cuando estaba soltera. Y también estaban los moldes para las "cañitas", aquellos que había cortado mi padre poco después de casarse, aquellos hechos con cañas; sin duda los mejores, a los que por lo menos no les entra el óxido.
Y como muchas recetas, la de las cañitas aparece ligada a un recuerdo o a varios. Era el postre de las fiestas, de las grandes ocasiones o de las celebraciones familiares, rellenas de "Flanín"... También son las de las quemaduras de mi hermano, cuando se empreñó en freírlas con tres o cuatro años, en el día de su santo. Lo de freír consistió en tirar a distancia, salpicar la cara de aceite caliente y salir disparados para urgencias. ¡Menudo santo! La verdad es que era un poco "traste" (menos mal que no me escucha).
Ahora fui yo la que le pedí a mi padre esos moldes para hacer cañitas y aquí está el resultado. Cogí además la receta de mi madre, pero, como siempre, tuve que adaptarla.
- 350 gr de harina
- 100 ml de aceite de oliva
- 125 ml de agua templada
- Una pizca de sal
- Ralladura de 1/2 limón
- 50 ml de aguardiente de hierbas
- Aceite para freír.
Mezclamos y amasamos todos los ingredientes añadiendo la harina al final y poco a poco. Después dejamos la masa en la nevera, la mía estuvo por lo menos dos horas.
Con un rodillo estiramos la masa y cortamos tiras. Con esas tiras vamos forrando los moldes de las cañitas. Los que cortó mi padre salieron largos y anchos. Con el ancho no tengo nada que hacer, pero no cubro todo el molde para que no salgan demasiado altas o ¡no habrá crema que llegue para llenarlas! Y siguiendo el ejemplo de mi madre, les tapé el "culo". Cogemos entonces una tira, cubrimos un extremo y después seguimos a lo largo del molde, sin llegar al final.
Mientras ya tenemos la sartén el fuego para empezar a freír. Puse una sartén pequeña; pensad que tenemos que cubrir la caña, freír, dejar que enfríe un poco, sacarla y volver a empezar. Lo ideal sería tener muchos moldes, pero yo tenía cinco. Una vez fritas y frías podemos guardarlas en una lata y se conservan varios días. En mi caso, las rellené al día siguiente y estaban perfectas. Una vez rellenas sí que tenemos que comerlas; pero no os preocupéis que e ese no va a ser el problema. Para rellenarlas hice crema pastelera. La receta la podéis encontrar aquí. Tened en cuenta que hará falta el doble de la cantidad indicada en la receta. Y no olvidéis espolvorearlas con azúcar en polvo. ¡¡¡Buen provecho!!!
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